El tráfico urbano incide directamente en la calidad de vida de los habitantes de las grandes ciudades. Es evidente que el proceso de aumento de la población urbana sigue al alza, creándose espacios de población nuevo en la periferia de las ciudades. Esto trae aparejado un aumento del número de viajes y desplazamientos diarios que incide, por supuesto, en un mayor consumo de energía y un aumento de la contaminación.
Por ello, casi todas las grandes ciudades cuentan con sistemas de recuento de vehículos y con unos elementos esenciales que permiten regular el tráfico para tratar que sea lo más fluido posible: los semáforos.
Los semáforos son elementos de señalización fijos que constan de tres luces: roja, ámbar y verde atendiendo a las convenciones sobre el color, a través de las que se regula el flujo de tráfico. El 9 de diciembre de 1868, se instaló en Londres el primer semáforo siguiendo el diseño de John Peake Knight. Éste necesitaba que un policía lo accionase. Hasta hace relativamente poco tiempo, los semáforos que regulaban el tráfico en las intersecciones lo hacían siguiendo patrones fijos.
Hoy en día, gracias al avance de las tecnologías, la mayoría de las ciudades han implantado sistemas de semáforos de acción variable que regulan los tiempos en función de la densidad del tráfico en cada momento.
El sistema de semáforos de las grandes ciudades
Debemos entender que los semáforos de una ciudad no actúan de un modo aislado, sino que están conectados con una gran red que se controla desde una oficina central. Desde este lugar se regula el correcto funcionamiento de la red de semáforos y del estado general del tráfico en cada zona de la localidad, pudiendo en todo momento interactuar con los diferentes equipos para cambiar las programaciones si se precisa.
Toda la red de semáforos de las ciudades se conecta a un software de monitorización, de modo que si se presenta un daño en una intersección, en la central reciben una alarma que ubica dónde está el problema. En cada cruce donde hay semáforos existe un controlador local, que es una especie de programador electrónico que coordina los semáforos en su respectivo cruce. Es el verdadero cerebro de control de la intersección, encargado de decidir los tiempos de acuerdo con los volúmenes de tráfico, peatones o unos parámetros predeterminados calculados en base a estudios de tráfico.
En los controladores se coloca una tarjeta de control donde se graba la programación de la intersección y a su vez cuentan con un software que permite su conexión al ordenador central. Obviamente instalar estos equipos a pie de calle implica que tienen que estar en un espacio seguro que permita protegerlos de los agentes atmosféricos y del vandalismo. En Delinte llevamos más de 30 años siendo una empresa referente en la construcción de armarios para la señalización vial. De hecho, últimamente nos estamos especializando también en las armarios destinados a la gestión y control para SMART-CITIES. Nuestros armarios están fabricados en acero galvanizado o acero inoxidable y han superado los ensayos más rigurosos de resistencia al agua, al polvo y al ambiente marítimo.
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